La primera vez que probé el hummus de berenjenas conocido como babaganoush fue durante unas vacaciones en Palestina con mi marido y unos amigos, y desde entonces lo hago cada verano. Todavía recordamos ese primer bocado, el sabor ahumado de las berenjenas asadas, la cremosidad de la tahina y ese toque de limón que hace que todo esté perfectamente equilibrado.

Fue amor a primer bocado.

Desde entonces, cada vez que lo preparo, me transporta a esas noches pasadas entre mercados animados y mesas llenas de sabores auténticos.
Lo bueno del babaganoush es que es muy sencillo de hacer, pero increíblemente satisfactorio. Las berenjenas se cocinan en el horno hasta quedar tiernas y aromáticas, luego se trituran y se mezclan con tahina, jugo de limón, un chorrito de aceite de oliva y, si se desea, un ajo. Un toque de curry completa la magia, dando a la crema ese aroma irresistible. Se puede disfrutar tanto tibio como frío, untado en crujientes tostadas o como aderezo para ensaladas frescas.
Desde que lo descubrí, el babaganoush se ha convertido en un imprescindible en mi cocina. Es delicioso durante los aperitivos, o para acompañar verduras crudas, e incluso lo añado a mis bocadillos para un toque extra de sabor. Además de ser delicioso, también es saludable: rico en fibra, vitaminas y grasas buenas, perfecto para quien busca una alimentación equilibrada.

Prepararlo en casa también significa evitar conservantes y disfrutar de todo el sabor auténtico del Medio Oriente. Si nunca lo has probado, te recomiendo hacerlo: ¡podrías enamorarte también!

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