Las cebollas caramelizadas son una de esas preparaciones simples pero capaces de transformar cualquier plato en algo especial. Con pocos ingredientes (cebollas, azúcar moreno, mantequilla y vinagre balsámico) se obtiene un resultado de sabor irresistible, dulce, delicado y a la vez intenso. Perfectas como guarnición fácil para acompañar carne, quesos o platos rústicos, se convierten también en un delicioso aperitivo servido con tostadas de pan o una idea apetitosa para condimentar bruschettas y bocadillos.
Prepararlas es realmente sencillo, solo se necesita un poco de paciencia y una cocción lenta, que permite a las cebollas volverse suaves y brillantes, liberando todo su sabor. Una vez listas, se conservan bien en el frigorífico durante unos días y están siempre listas para usar, quizás para dar un toque refinado incluso a los platos más simples.
Si, como yo, amas los sabores auténticos de las verduras, te recomiendo probar también otras recetas de guarniciones con cebollas, como las cebollas rojas al horno o las cebollas horneadas, perfectas para quienes desean disfrutar de la dulzura natural de esta hortaliza en versiones diferentes pero siempre sabrosas.

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