Hoy hablamos de deliciosas y esponjosas rosquillas con patatas hechas sin gluten ni lactosa, sin proteínas de leche ni huevos y tampoco necesitan levadura. Es el dulce perfecto para aquellos que deben seguir un régimen alimentario específico pero sin tener que renunciar a los dulces deliciosos, suaves y apetitosos. Podemos preparar las rosquillas sin gluten y sin levadura para un buffet, una fiesta, para el tiempo libre o como dulce dominical y todos las comerán, os lo aseguro; de hecho, siempre hago muchas porque desaparecen rápidamente.

- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Económico
- Tiempo de preparación: 15 Minutos
- Porciones: 11
- Métodos de Cocción: Freír
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Otoño, Invierno y Primavera
Ingredientes
- 150 g patatas cocidas
- 375 g harina sin gluten para uso universal
- 225 ml agua
- 25 ml aceite de semillas
- 1 cucharada azúcar granulado
- 1 pizca sal fina
- c.s. piel rallada de naranja o de limón
- 1 sobre levadura en polvo para repostería sin gluten
- c.s. aceite de semillas para la mesa de trabajo
Pasos
Para hacer nuestras rosquillas sin gluten, comenzamos hirviendo las patatas con la piel.
Cuando estén cocidas, con cuidado de no quemarnos, las pelamos y las pasamos por el prensapatatas, dejando caer el puré en un bol grande, y dejamos que se temple durante unos quince minutos.
Mientras tanto, ponemos abundante azúcar en un bol ancho y bajo y forramos un plato llano con papel de horno.
Después de un cuarto de hora, añadimos al puré de patatas la harina y la levadura tamizadas juntas, la pizca de sal fina, la ralladura de cítricos muy fina, el azúcar granulado, el aceite de semillas y, finalmente, el agua, añadiéndola poco a poco y solo cuando la anterior haya sido completamente absorbida, para evitar que nos quede una masa dura o, al contrario, semi líquida.
Mezclamos los ingredientes con una «espátula» grande o una cuchara o tenedor de madera. Obtendremos una masa fácil de manipular, aunque todavía pegajosa.
Calentamos aceite de semillas en una sartén grande o en una cacerola de bordes altos.
Aceitamos tanto nuestras manos como la superficie de trabajo.
Transferimos la masa a la mesa. Para hacer las rosquillas podemos:
A – Darle a la masa una forma cilíndrica. Cortar trozos de este cilindro y alargarlos en forma de «bastón» (de 15-20 cm como máximo); unir los extremos, superponiéndolos uno sobre el otro, presionando con suavidad para que no se abran durante la cocción.
B- O bien, podemos extender la masa con el rodillo, dándole forma rectangular o cuadrada, con un grosor de dos dedos. Cortamos tiras anchas de un dedo y superponemos los extremos, presionándolos ligeramente, como se describió antes, para que no se abran durante la cocción.
A medida que les damos forma a las rosquillas, las freímos, unas pocas a la vez, dándoles la vuelta continuamente en el aceite caliente, hasta que estén bien hinchadas y doradas, casi de color ámbar.
Las escurrimos del aceite con una espumadera y las pasamos inmediatamente en azúcar granulado.
Finalmente, colocamos las rosquillas, poco a poco, en un plato y las disfrutamos calientes o tibias.