La piadina integral con manteca de cerdo representa una de las versiones más rústicas y auténticas de la tradición de la Romaña, una variante que une el sabor antiguo de la piadina con la autenticidad de la harina integral. Si la clásica piadina romagnola con manteca de cerdo es apreciada por su suavidad y versatilidad, la integral se distingue por el sabor decidido, el aroma intenso y la consistencia ligeramente más corpulenta, capaz de realzar cualquier relleno.
La masa se enriquece con manteca de cerdo, un ingrediente tradicional que aporta friabilidad y aroma, y con harina integral, que añade fibras y un carácter más rústico. Es un equilibrio perfecto entre tradición y modernidad: por un lado mantiene la fidelidad a la receta romagnola, por el otro guiña un ojo a quienes aman la cocina más natural y atenta al bienestar.
La piadina integral se presta a muchas interpretaciones en la mesa. Es excelente con los rellenos más clásicos – squacquerone y rúcula, jamón, salami o mortadela – pero también sorprende en combinaciones modernas y ligeras, como con hummus, verduras a la parrilla, quesos frescos o rellenos vegetarianos. Su consistencia, más llena y envolvente, la hace ideal para acompañar platos sustanciosos, sin perder nunca su alma convivial y sencilla.
En comparación con otras variantes de la piadina romagnola, la integral se sitúa a medio camino: no es delgada y plegable como la riminese, ni alta y compacta como la forlivese, pero tiene un alma propia, capaz de satisfacer tanto a quienes aman los sabores tradicionales como a quienes buscan un toque de rusticidad adicional.
Prepararla en casa significa llevar a la mesa un trozo de Romaña que huele a tradición, enriquecido con la bondad de la harina integral y la fragancia única de la manteca de cerdo. Un pequeño gesto que transforma una comida simple en una experiencia genuina, hecha de sabor, historia y convivialidad.