Me encanta usar el yogur griego en la cocina, porque, comparado con el tradicional, es mucho más denso y cremoso y se presta más fácilmente tanto para recetas dulces como saladas. Además, para quienes no lo sepan, es un excelente aliado desde el punto de vista proteico sin mencionar su indudable capacidad para reducir el índice glucémico, especialmente en los postres. Pero hoy os lo propongo en versión salada a través de una cremosa y versátil salsa de acompañamiento, que yo utilizo en todas partes, sobre carnes blancas y rojas, en verduras a la parrilla, en albóndigas e incluso como aderezo para mis ensaladas. La hago tan a menudo, que nunca había pensado en escribir la receta en el blog, también porque siempre voy a ojo con los ingredientes que uso para darle sabor, ¡nunca pensé en cuantificarlos! Pero luego, viendo cuánto éxito tiene cada vez que la pongo en la mesa, decidí que era una pena guardarme esta idea solo para mí. ¡Y aquí estoy para compartirla con vosotros! Mientras tanto, adelantando que, cuando como yogur puro como merienda junto con la fruta, prefiero el de cero grasas, pero si decido usarlo como salsa de acompañamiento, prefiero optar por el yogur griego al 2%, precisamente por esa capacidad de regular la carga glucémica. Dicho esto, también me encanta la mostaza, porque es capaz de darle a la crema un sabor más pronunciado, intenso y picante, así que si como yo formáis parte del mismo club, ¡realmente os encantará! El resto son una mezcla de hierbas aromáticas que, según la temporada, podéis variar a vuestro gusto para una explosión de sabores que realzarán todos vuestros platos.

Si las salsas de acompañamiento son vuestro estado de ánimo en la cocina, dejad que estas ideas os inspiren: