Lo primero que hay que hacer es poner en el congelador un tazón lleno de agua un cuarto de hora antes de hervir la pasta. Ponemos a hervir otra agua en una cazuela y cuando comience a hervir, añadimos los fusilli. Dejamos que se cuezan durante unos 6 minutos porque deben quedar bastante al dente.

Una vez listos, los escurrimos con una espumadera y los ponemos inmediatamente en el agua helada para detener la cocción. Continuamos la operación escurriéndolos nuevamente, pero en este caso en un colador y los colocamos en un tazón. Dado que deberían estar tibios, los cubrimos con papel film y los guardamos en el frigorífico.

Mientras tanto, cortamos los tomatitos en 4, los colocamos en una sartén antiadherente y vertimos encima 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.

Ajustamos de sal, añadimos las hojas de albahaca desmenuzadas con las manos y finalmente introducimos el diente de ajo si es grande, de lo contrario ponemos dos. Los salteamos en la sartén durante unos 8/10 minutos, o hasta que estén marchitos.

Con un cuchillo afilado picamos las alcaparras, pero solo después de haberlas desalado y secado. También ponemos a tostar los piñones en una sartén antiadherente y finalmente vertimos una cucharada de aceite sobre la pasta, recién salida del frigorífico y mezclamos para que se despeguen bien los fusilli. Esta operación también podemos hacerla después de escurrir la pasta, es decir, antes de ponerla a enfriar en el frigorífico.

A los fusilli ahora les unimos las aceitunas taggiasche, las alcaparras, los tomatitos salteados a temperatura ambiente y amalgamamos bien todos los ingredientes.

Terminamos decorando el plato con más hojas de albahaca fresca, otra cucharada de aceite evo y los piñones tostados.

Servimos nuestra Pasta fría con tomatitos, aceitunas y alcaparras, solo después de haberla dejado reposar en el frigorífico durante al menos una hora.

Si queremos enriquecerla aún más, podemos añadir una o dos cucharadas de pesto genovés.