¡Empecemos!

• Pelamos las zanahorias y las cortamos en rodajas gruesas solo para facilitar el tiempo de cocción, luego las ponemos en un cazo con agua y cocinamos hasta que estén tiernas pero no demasiado para que no se deshagan, tardará unos diez a quince minutos aproximadamente.

  Mientras tanto, escurrimos y enjuagamos los garbanzos bajo agua corriente y los vertimos en un recipiente adecuado para usar la batidora de inmersión y que por lo tanto sea alto y no demasiado ancho.

  Cuando las zanahorias estén cocidas, las escurrimos y las unimos a los garbanzos.

  

• Trituramos los garbanzos y las zanahorias cocidas con la batidora de inmersión, si no puedes triturar, añade una cucharada de agua de cocción de las zanahorias pero no demasiado, de lo contrario la masa será demasiado blanda.

  Después de triturar completamente los ingredientes, añadimos el queso parmesano rallado, una cucharada de pan rallado, una pizca de sal y un poco de pimienta molida y mezclamos con una espátula. Debemos obtener una mezcla suave pero bien trabajable, si resulta demasiado blanda, añade un poco más de pan rallado.

  

• Humedecemos ligeramente la palma de las manos y tomamos un poco de la mezcla, la hacemos rodar entre las manos para formar una bola, luego la pasamos por el pan rallado (que habremos puesto en un plato hondo) y la colocamos en una bandeja de horno cubierta con papel de horno.

  

• Vertemos un hilo de aceite de oliva sobre las albóndigas de garbanzos y zanahorias sin huevo y horneamos, en horno ya caliente, a una temperatura de 220 grados durante 15/20 minutos y hasta que estén doradas. Los últimos cinco minutos puedes subir la temperatura del horno para hacerlas más doradas.

  ¡Antes de acabarlas todas, toma una foto, publícala en las redes sociales etiquetándome (unaricciachepasticcia) y dime cuántas te has comido!