El abuelo Giorgio, un hombre de pocas palabras pero con un corazón grande como una casa, tenía una debilidad por el pollo asado de su esposa. Cada domingo, en el almuerzo, era una fiesta: el aroma tentador que se extendía por la casa, la piel crujiente y dorada, la carne tierna y jugosa… El abuelo Giorgio no decía mucho, pero sus ojos brillaban de placer con cada bocado. Durante años, había observado a su esposa en la cocina, admirando su maestría en la preparación de ese plato simple pero perfecto. Nunca había pensado en aventurarse él mismo en la cocina, dejando ese reino a su amada compañera. Pero el tiempo pasa, y las fuerzas disminuyen. Un día, al ver a su esposa fatigada después de preparar el almuerzo, el abuelo Giorgio sintió un movimiento de ternura y decidió hacer algo. «Querida,» dijo con una voz un poco incierta, «muéstrame cómo se hace este pollo. Quizás la próxima vez lo haga yo. La esposa, sorprendida pero feliz, lo recibió en la cocina con una sonrisa. Así comenzó una tarde de aprendizaje, entre risas, algún pequeño error y mucha complicidad. El abuelo Giorgio, con su proverbial paciencia, seguía cada indicación, memorizando cada gesto. El domingo siguiente, con un poco de ansiedad pero mucha determinación, el abuelo Giorgio se puso manos a la obra. La cocina se llenó de aromas familiares, y pronto un pollo dorado y tentador se exhibía en la mesa. La familia, intrigada, se acercó para probar. Un silencio cargado de expectativa, luego los primeros comentarios entusiastas: «¡Abuelo, está buenísimo!» ¡Es justo como el de la abuela! El abuelo Giorgio, radiante, se sentó a la mesa. La esposa, con los ojos brillantes, le apretó la mano. «Bravo, Giorgio,» dijo con una sonrisa. «Has hecho un excelente trabajo. Desde ese día, el pollo asado de los domingos se convirtió en el plato del abuelo Giorgio. No era perfecto como el de su esposa, pero tenía un sabor especial, hecho de amor y dedicación. Y cada vez que la familia se reunía en torno a ese pollo, se sentía el calor de un vínculo aún más fuerte. El abuelo Giorgio no se había convertido en un gran chef, pero había aprendido algo mucho más importante: el arte de cuidar a las personas que amaba, incluso con un gesto simple como preparar su plato favorito. Y al final, la perfección no estaba en el pollo en sí, sino en el amor que lo había cocinado.
- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de reposo: 15 Minutos
- Tiempo de preparación: 20 Minutos
- Porciones: 4
- Métodos de Cocción: Horno, Cocina
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Otoño, Invierno y Primavera, Todas las estaciones
- Energía 354,26 (Kcal)
- Carbohidratos 2,74 (g) de los cuales azúcares 0,21 (g)
- Proteínas 35,63 (g)
- Grasa 22,45 (g) de los cuales saturados 8,29 (g)de los cuales insaturados 13,81 (g)
- Fibras 0,31 (g)
- Sodio 294,31 (mg)
Valores indicativos para una ración de 310 g procesada de forma automatizada a partir de la información nutricional disponible en las bases de datos CREA* y FoodData Central**. No se trata de consejos alimentarios y/o nutricionales.
* CREATES Centro de Investigación sobre Alimentación y Nutrición: https://www.crea.gov.it/alimenti-e-nutrizione https://www.alimentinutrizione.it ** Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Servicio de Investigación Agrícola. FoodData Central, 2019. https://fdc.nal.usda.gov
Ingredientes
- 1 pollo (Entero)
- 40 dientes ajo
- 330 ml cerveza rubia
- 400 ml caldo vegetal
- 1 kg patatas (Pasta amarilla)
- 4 ramitas romero
- 30 hojas mantequilla
- c.s. pimentón dulce
- 1 pizca pimienta negra
- c.s. sal
- 1 hilo aceite de oliva virgen extra
Herramientas
- 1 Cacerola
- 1 Bandeja
Pasos
Para preparar el pollo a los 40 dientes de ajo, comenzamos limpiando el ajo. Separamos todas las cabezas en dientes, pero sin pelarlos, ya que deberán cocerse con su «camisa» (es decir, la piel). Una vez obtenidos los 40 dientes necesarios, los reservamos por el momento. Además, para garantizar una cocción uniforme y óptima, seleccionamos dientes de ajo de tamaño similar, descartando los demasiado pequeños o demasiado grandes.
Después de preparar el ajo, nos dedicamos a las patatas. Las cortamos en gajos de tamaño medio, aproximadamente 4 por patata, sin quitar la piel. Decidimos mantenerla para un sabor más rústico y terroso, y para obtener una costra aún más crujiente que contraste con la suavidad interior. Una vez cortadas, las trasladamos a un recipiente y las dejamos marinar por unos 30 minutos con pimentón, sal, agujas de romero fresco y aceite de oliva virgen extra.
Ahora pasamos al pollo. Después de secarlo con papel absorbente, lo rellenamos con algunas ramitas de romero y algunos dientes de ajo dentro del vientre. Si queremos dar más sabor a la carne, podemos insertar algunos dientes de ajo también bajo la piel del pecho del pollo. Después de rellenarlo adecuadamente, lo untamos con aceite de oliva virgen extra y lo doramos por ambos lados en una cacerola (ovalada en este caso) junto con los 32 dientes de ajo restantes (40 en total – 8 ya utilizados) y más romero.
Una vez que el pollo ha adquirido un bonito color dorado por todos los lados, es el momento de desglosar con la cerveza. Vierte la cerveza fría en la cacerola, teniendo cuidado con las salpicaduras. Deja hervir a fuego medio sin tapa, permitiendo que el alcohol se evapore completamente. Notarás que la salsa empezará a reducirse y espesarse, envolviendo el pollo y los dientes de ajo con un aroma tentador. Este paso es fundamental para eliminar el amargor de la cerveza y concentrar los sabores, creando una base sabrosa para la cocción en el horno.
En este punto, añadimos el caldo caliente hasta cubrir aproximadamente la mitad del pollo en la cacerola. Cubrimos con la tapa y dejamos cocer a fuego lento durante 30-40 minutos. Durante la cocción, rociamos periódicamente el pollo en la superficie con el caldo de cocción usando un cucharón. Prestamos atención a no quemarnos con el vapor caliente al levantar la tapa. Este paso es fundamental para garantizar que la carne del pollo se ablande aún más, resultando jugosa y sabrosa al momento del degustar.
Transcurrido el tiempo necesario, es decir, unos 30-40 minutos, y cuando el caldo se haya reducido a aproximadamente la mitad de su volumen inicial, apaga el fuego. Con la ayuda de dos cucharones o de una espumadera, levanta cuidadosamente el pollo de la cacerola y colócalo en una bandeja apta para el horno. Asegúrate de trasladar también los dientes de ajo cocidos a la bandeja, ya que liberarán más sabor durante la cocción en el horno. Coloca alrededor del pollo todas las patatas que has cortado y marinado previamente, distribuyéndolas de manera uniforme. Hornea todo en el horno precalentado a 180°C (estático o ventilado) y cuece por otros 30-40 minutos aproximadamente, o hasta que el pollo esté bien dorado y las patatas estén tiernas y ligeramente crujientes.
Para concluir la receta del pollo a los 40 dientes de ajo, a unos 10 minutos del final de la cocción, saca la bandeja del horno. Con la ayuda de un pincel, unta delicadamente el pollo con mantequilla derretida, distribuyéndola uniformemente sobre la superficie y los lados. Este paso hará que la piel del pollo esté aún más crujiente y dorada, irresistiblemente tentadora. Vuelve a poner la bandeja en el horno, esta vez colocando el modo grill a 200-220°C (la temperatura puede variar ligeramente según el horno), y cuece por otros 5-10 minutos, o hasta que la piel esté bien dorada y crujiente.
¡Nuestro delicioso pollo a los 40 dientes de ajo, cocido a la perfección con sus patatas doradas, está finalmente listo para ser disfrutado! Pero antes de sumergir los tenedores, le damos un merecido descanso de unos diez minutos. Este breve intervalo permitirá que los jugos se redistribuyan dentro de la carne, garantizando un sabor aún más intenso y jugoso en cada bocado. Además, el descanso favorecerá el endurecimiento de la piel, haciéndola aún más crujiente y deliciosa.
Mientras tanto, podemos preparar la mesa, colocándola con cuidado para hacer este momento aún más especial. Encendemos algunas velas, ponemos una buena música de fondo y nos preparamos para compartir esta fiesta de sabores con nuestros queridos abuelos. El aroma del ajo asado y el romero llenará la habitación, creando un ambiente cálido y acogedor, perfecto para celebrar el amor y la gratitud que sentimos por ellos. ¡Buen provecho a todos!
Conservación:
En el frigorífico: El pollo asado sobrante se conserva en el frigorífico, en un recipiente hermético, durante 3-4 días.
En el congelador: Para una conservación más larga, puedes congelar el pollo, ya porcionado, en bolsas de alimentos aptas para el congelador. Se mantendrá por unos 2-3 meses.
Consejos:
Selección del ajo: Utiliza ajo fresco y de buena calidad. Si prefieres un sabor menos intenso, puedes reducir la cantidad de ajo o utilizar ajo en camisa. Cocción: La cocción lenta a baja temperatura permite al ajo caramelizarse y liberar todo su aroma, sin quemarse. Controla la cocción del pollo insertando un pincho en la parte más gruesa de la pierna: los jugos deben salir claros.
Reutilización de las sobras:
El pollo sobrante puede utilizarse para preparar ensaladas, bocadillos, pasta fría u otras recetas deliciosas.
Notas: Esta receta es perfecta para el Día de los Abuelos, pero puede prepararse en cualquier ocasión especial o incluso para una simple cena en familia. El pollo a los 40 dientes de ajo es un plato versátil que combina bien con diversos acompañamientos, como patatas asadas, verduras de temporada o ensalada fresca.
Variaciones:
Pollo al limón y romero: Añade cáscara y jugo de limón al guiso para un toque de frescura.
Pollo a las hierbas aromáticas: Sustituye el romero por una mezcla de hierbas aromáticas como tomillo, salvia y orégano.
Pollo picante: Añade un pimiento picante fresco o seco al guiso para un toque picante.
Pollo picante: Añade un pimiento picante fresco o seco al guiso para un toque picante.
Recordad:
La cocina es un acto de amor. Experimentad, personalizad la receta y, sobre todo, disfrutad cocinando!
Vino para acompañar el pollo con 40 dientes de ajo:
Acompañar el vino adecuado con el pollo con 40 dientes de ajo puede parecer un desafío debido al aroma intenso del ajo, pero en realidad la cocción lenta y delicada lo hace sorprendentemente versátil.
Aquí algunas opciones interesantes:
Vinos Blancos:
Vermentino: Un vino blanco fresco y mineral, con notas de cítricos y flores blancas, que equilibra el aroma del ajo y limpia el paladar. Fiano di Avellino: Un vino blanco estructurado, con notas de fruta madura y miel, que se casa bien con la riqueza del pollo y del ajo asado. Greco di Tufo: Un vino blanco volcánico, con notas minerales y toques de hierbas aromáticas, que crea un interesante contraste con la dulzura del ajo caramelizado.
Vinos Rosados:
Cerasuolo d’Abruzzo: Un rosado corpulento y estructurado, con notas de frutos rojos y especias, que acompaña bien la complejidad del plato. Chiaretto del Garda: Un rosado fresco y afrutado, con notas de fresa y cítricos, que refresca el paladar y contrasta la riqueza del ajo.
Vinos Tintos:
Barbera d’Alba: Un vino tinto joven y afrutado, con taninos suaves, que se combina bien con la carne blanca y el ajo sin dominar el plato. Dolcetto d’Alba: Un vino tinto vivaz y jugoso, con notas de frutos rojos y especias, que crea un agradable contraste con la dulzura del ajo.
Consejos generales:
Evita los vinos demasiado tánicos o con madera, que podrían chocar con el aroma del ajo.
Elige vinos con buena acidez, que limpian el paladar y equilibran la riqueza del plato.
Considera también los acompañamientos que acompañarán al pollo en la elección del vino.
En definitiva, la elección del vino depende de tus gustos personales y preferencias. ¡No tengas miedo de experimentar y encontrar la combinación perfecta para ti!
En definitiva, la elección del vino depende de tus gustos personales y preferencias. ¡No tengas miedo de experimentar y encontrar la combinación perfecta para ti!
FAQ (Preguntas y Respuestas)
¿Puedo sustituir el ajo fresco por ajo en polvo o picado?
Claro, puedes sustituir el ajo fresco por ajo en polvo o picado, pero ten en cuenta que el sabor será menos intenso y ligeramente diferente. El ajo fresco, especialmente cuando se asa lentamente, desarrolla un aroma dulce y caramelizado que el ajo en polvo o picado no consigue recrear completamente. Si decides utilizar ajo en polvo o picado, te recomiendo reducir la cantidad respecto a la indicada para el ajo fresco, ya que el sabor es más concentrado. Empieza con aproximadamente 1/4 de la cantidad de ajo fresco prevista y añade más al gusto, probando el guiso antes de cocinar el pollo.
Recuerda que el ajo en polvo tiende a quemarse más fácilmente que el fresco, así que ten cuidado de no cocinar el pollo a temperaturas demasiado altas.

