La pasta frolla 1-2-3 sin huevos es una de las recetas básicas más simples, versátiles y amadas en repostería. El nombre se deriva de la proporción perfecta y fácil de recordar entre los ingredientes: 1 parte de azúcar, 2 partes de mantequilla y 3 partes de harina. En esta variante no hay huevos, y precisamente por eso la masa adquiere una consistencia diferente respecto a la frolla clásica: más clara, más delicada, más quebradiza y literalmente capaz de deshacerse en la boca.
Esta receta es ideal para quienes no pueden o no quieren consumir huevos, pero también para quienes aman las galletas de repostería fina, esas pequeñas y quebradizas que acompañan el té o el café y que a menudo encontramos en los escaparates de las mejores pastelerías. Es perfecta también para tartaletas ligeras y galletas rellenas con mermelada: el contraste entre la frolla mantecosa y la dulzura de la mermelada es realmente irresistible.
En comparación con la pasta frolla tradicional con yemas, la 1-2-3 sin huevos se presenta más neutra y versátil. Al no tener la componente proteica de los huevos, no desarrolla elasticidad: esto significa que es más delicada de trabajar pero, una vez cocida, ofrece esa consistencia «sablée» típica de la repostería francesa. Es menos adecuada para tartas grandes con rellenos pesados, que requieren una base robusta, pero es inigualable para las galletas quebradizas, los ojos de buey y los dulces para el té.
Otra ventaja de la frolla sin huevos es su versatilidad en los aromas: se combina perfectamente con la ralladura de cítricos (limón, naranja, mandarina), con la vainilla o con las especias navideñas como canela, jengibre y cardamomo. Si se utiliza con la mermelada de naranjas, por ejemplo, se convierte en una base perfecta para galletas navideñas con un sabor elegante y fragante. Con la simple adición de un chorrito de licor de naranja (Grand Marnier o Cointreau) puedes transformar una simple masa en una receta refinada para servir durante las fiestas.