Cómo hacer salsa sencilla, una preparación base esencial que hay que conocer sobre todo para los menos expertos en la cocina, con pequeños pasos y detalles.
Y luego os explicaré la importancia que tiene para mí añadir o no un toque de azúcar a la salsa.
Muchos exponen teorías contrapuestas sobre hacerlo o no.
Yo personalmente creo que añadir solo un toque de azúcar al tomate ayuda a reducir su acidez durante la cocción. Así que para mí es sí.
La salsa sencilla es una preparación base indicada para condimentar pastas de todo tipo y también perfecta para preparar las clásicas albóndigas en salsa.
En este caso vamos a utilizar las clásicas botellas o paquetes que se encuentran fácilmente en el mercado.
Dentro de unos meses, os revelaré cómo hago mi salsa de tomate con tomates frescos.
- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de preparación: 5 Minutos
- Métodos de Cocción: Hornillo
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Todas las estaciones
Ingredientes
- 500 g puré de tomate
- 6 g sal fina
- Media cebolla blanca
- 1 pizca azúcar
- 2 cucharadas aceite de oliva virgen extra
- 300 g agua (también servirá para enjuagar el envase del puré)
- c.s. albahaca
Herramientas
- 1 Cuchillo
- 1 Tabla de cortar
- 1 Sartén
- Papel absorbente
- 1 Cuchara
- 1 Espátula
Pasos
Los pasos sobre Cómo hacer salsa sencilla.
Pela la cebolla, córtala por la mitad y elimina la raíz y la parte superior.
Córtala en cubos.
Vierte el aceite de oliva virgen extra en una sartén antiadherente de 24 cm.
Déjalo calentar a fuego bajo durante 1 minuto.
Añade la cebolla y, removiendo de vez en cuando, déjala ablandar durante 4 minutos a fuego bajo.
Pasado este tiempo, añade el puré de tomate.
Agrega la parte de agua.
Limpia la albahaca con papel absorbente humedecido y ponla en la salsa. Luego añade la sal y la pizca de azúcar.
Remueve.
Cocina desde que hierva durante otros 15 minutos, siempre removiendo de vez en cuando.
La salsa debe quedar suave y homogénea.
En caso necesario, continúa la cocción durante 5 minutos más.
Puedes preparar la salsa con antelación y conservarla como prefieras.
Déjala enfriar bien y luego colócala en un recipiente hermético y guárdala en el frigorífico durante un máximo de 48 horas.
También puedes congelarla, siempre después de haberla enfriado, en porciones cómodas, siempre en tarros bien cerrados.

