Tiempo de polenta y si te sobra, no te preocupes: al día siguiente prepara los buñuelos de polenta de la abuela. La memoria vuelve atrás cuando, aún pequeña, ayudaba a mi abuela a extender los buñuelos. Para ser sincera, no era tan buena: los míos se reconocían enseguida porque tenían una forma extraña, pero una vez cocidos estaban deliciosos. Aún hoy, cuando hago polenta, añado un par de porciones más para luego poder preparar estos buñuelos. Los preparo tanto dulces como salados. ¿Mis favoritos? Sin duda los dulces. Pruebalos también tú, solo necesitas tres ingredientes y, una vez cocidos, decides tú cómo condimentarlos: con azúcar o con sal.
Recetas para probar.
- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de preparación: 15 Minutos
- Porciones: 4
- Métodos de Cocción: Fritura
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Otoño, Invierno
Ingredientes Buñuelos de polenta
- 300 g polenta, cocida
- 150 g harina 00
- 1 l aceite de girasol
- c.s. azúcar (para poner sobre cada buñuelo)
Pasos Buñuelos de polenta
Los buñuelos de polenta son un dulce de aprovechamiento para preparar con la polenta del día anterior. Quita toda la salsa de la polenta, luego córtala en trozos y ponla en un plato cubierto en la nevera: Para usarla al día siguiente debe estar fría.
Toma la polenta, córtala en dados y ponla sobre la mesa de trabajo junto con la harina. Empieza a amasar tratando de desmenuzar la polenta.
Amasa hasta obtener una masa compacta. Si la masa resulta demasiado blanda, añade más harina.
Divide la masa en varias bolas del mismo tamaño, con la ayuda de un rodillo extiende las bolas hasta un grosor de aproximadamente 4 mm.
Calienta una sartén con abundante aceite y, cuando ha alcanzado la temperatura, empieza a freír. Para ver si el aceite está listo, basta con sumergir un palillo y, si ves burbujas en la base del palillo, puedes proceder.
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Fríe un buñuelo a la vez, apenas empieza a hincharse déjalo cocinar por unos minutos, luego dale la vuelta y continúa la cocción.
Cuando tus buñuelos de polenta estén dorados, escúrrelos sobre papel de cocina y espolvoréalos aún calientes con azúcar o, si lo prefieres, con una pizca de sal.
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