Últimamente en mi blog encontraréis una buena serie de recetas sicilianas, sobre todo postres, porque pienso que es bonito valorar el propio territorio empezando por la buena mesa. El biancomangiare es el emblema, no ciertamente el único, pero seguro entre los principales. Es uno de esos dulces de cuchara que en su sencillez y delicadeza, se ha convertido en un clásico de la cocina tradicional siciliana. Remontándose al menos al siglo XII y pronto extendido en Sicilia y posteriormente en el resto de Europa mediterránea, debe su nombre al hecho de que se prepara con materias primas todas blancas como la leche de vaca y el almidón para dulces. Un color que ha representado siempre pureza y ascetismo. Se prepara en poquísimos minutos, se deja reposar en la nevera unas horas, después de lo cual tendréis un postre realmente encantador, gracias también al hecho de que podréis adornarlo cada vez de manera diferente. Dependiendo de la zona, de hecho, se añaden ingredientes de lo más variados. Entre las muchas versiones, por ejemplo, merece una mención especial la receta de Módica, que, sustituyendo la leche de vaca por la de almendras, ha dado origen al refrescante gelo de almendras. Yo hoy, sin embargo, os propongo mi variante del biancomangiare fresca y sana, con fruta de temporada a base de cerezas jugosas y ciruelas rojas y amarillas. ¡Una genialidad prácticamente! Podréis servir, de hecho, al final de la comida, dulce y fruta juntos en un único plato. ¡No os digo la buena impresión que haréis!