No sé vosotros, pero en mi casa las ganas de dulce siempre están a la vuelta de la esquina. Pero sabemos bien que si cada día cediéramos a algún caprichito, más allá de las calorías, tendríamos que enfrentarnos a otros problemas. Sin embargo, en mis recetas, siempre busco el compromiso adecuado, a veces eliminando las grasas, otras veces los huevos o reduciendo los azúcares, porque soy una gran golosa y no sé renunciar a ciertas cosas. Gran parte de los dulces que os propongo son, por lo tanto, de naturaleza más genuina. Lo he declarado muchas veces, no soy una purista y de una receta siempre intento crear una alternativa válida, siempre que sea sabrosa además de saludable. Incluso para ocasiones especiales o celebraciones, me gusta sorprender en mi sencillez, como con esta tarta preparada para celebrar el Día de la Madre. Una base de masa quebrada de agua, que se prepara realmente en pocos minutos ensuciando solo un bol y una cuchara. Sin contar que no será necesario ningún reposo en la nevera. Además, con esta masa, podéis olvidaros también del rodillo, ya que se extiende con las manos directamente en el molde. Para el relleno, elegí una mermelada de manzanas y arándanos hecha en casa de mis antiguas reservas, pero vosotros, considerando que la base es bastante ligera, podéis dar rienda suelta a vuestra imaginación con algo más goloso como crema pastelera u otros rellenos a base de crema de cacahuete, nutella, etc. La decisión de cubrir con un papel de horno la superficie de la tarta durante la primera mitad de la cocción, ofrece al paladar una consistencia final más suave que también gustará a vuestros niños. Un dulce mimo sin excesos, apto para toda la familia, para un desayuno o merienda sana o simplemente para homenajear a vuestra madre con un simbólico postre casero.

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