Como primer paso, en el bol de la amasadora, vierta la harina, el azúcar, la vainillina y la levadura desmenuzada con las manos. Mezcle los ingredientes secos.

Después, añada la mantequilla blanda, la leche, los huevos (todos a temperatura ambiente), unas gotas de aroma de naranja y por último la sal. Amasar hasta obtener una mezcla suave y elástica.

Divida la masa en dos porciones iguales: a una de ellas incorpore el cacao amargo y una cucharada de leche, luego trabaje la masa hasta obtener una consistencia homogénea.

Coloque las dos masas en dos boles separados, cubra con film transparente y deje que leven hasta que doblen su volumen.

Una vez finalizado el levado, extienda las dos masas formando dos rectángulos del mismo tamaño. Pinte la masa de cacao con un poco de agua, luego coloque encima la blanca. Con el rodillo, pase ligeramente para que se adhieran bien las dos capas, manteniendo la forma rectangular. El espesor final deberá ser de unos 5 milímetros.

Usando una rueda de pizza, corte 8 triángulos. Alargue suavemente cada triángulo y enróllalo desde la base hacia la punta para obtener la típica forma del croissant.

Coloque los croissants sobre papel de horno, teniendo cuidado de dejar un poco de espacio entre ellos. Cúbralos con film transparente y déjelos levar hasta duplicar su volumen, durante unas 3-4 horas.

Coloque los croissants en la cesta de la freidora de aire (en mi caso entraron tres). Para mayor comodidad, corte el papel de horno en rectángulos, según el tamaño de los croissants. Cocínelos a 160°C durante 7 minutos. Pasado el tiempo, abra la cesta, retire el papel de horno y voltee los croissants con cuidado. Baje la temperatura a 150°C y continúe la cocción durante otros 3-4 minutos.

Una vez cocidos, déjelos templar y rellénelos con crema de avellanas.