Primero, nos ponemos un par de guantes para lavar platos, porque solo así evitaremos esas espinitas tan molestas. Es cierto que, si se compran, casi no las tienen, pero aún así, hay que tener cuidado. Eliminamos la piel cortando el principio y el final con un corte limpio, la cortamos verticalmente y extraemos la fruta. La cortamos en trozos grandes y la ponemos directamente en la cazuela. Ponemos al fuego a llama medio baja y cocinamos durante media hora. Pasado este tiempo, si nos molestan las semillitas podemos pasar la pulpa por un pasapurés.

Al mismo tiempo, añadimos también una manzana cortada en trocitos muy pequeños (servirá para dar cuerpo a la mermelada que de otro modo quedaría demasiado líquida) y el azúcar necesario. Mezclamos, volvemos a poner al fuego y cocinamos durante aproximadamente una hora, después hacemos la prueba del platillo: ponemos una cucharadita de mermelada en un platillo y lo ponemos en vertical. Si baja lentamente, significa que la mermelada está lista, de lo contrario, necesita más cocción. Si no nos gustan los trocitos de manzana al morder, trituramos todo con una batidora de inmersión.

Retiramos del fuego e inmediatamente envasamos, porque debe colocarse dentro de los frascos previamente esterilizados cuando aún esté caliente. Dejamos aproximadamente dos centímetros de borde libre y cerramos herméticamente con la tapa. Finalmente, volteamos el frasco boca abajo para que se cree el vacío, de modo que la mermelada se conserve por más tiempo.

Una vez que nuestros frascos de Mermelada de higos chumbos con manzana, se hayan enfriado completamente, asegurémonos de que estén bien limpios. En este punto, los etiquetamos y los dejamos reposar durante al menos 40 días en un ambiente oscuro y fresco.