En el corazón del Alto Lacio, entre colinas exuberantes y pueblos que custodian intactos los recuerdos de la Edad Media, resurge una tradición antigua y genuina: la del pancristiano. Este plato, hoy casi olvidado pero cargado de historia y significado, representa una auténtica expresión de la cultura campesina de la Tuscia viterbesa. Nacido entre los siglos oscuros y fascinantes de la Edad Media, el pancristiano no era solo un alimento, sino un símbolo de hospitalidad y de compartir, ofrecido a los peregrinos que recorrían la Vía Francígena, el célebre camino espiritual y comercial que unía el norte de Europa con Roma, y que atravesaba precisamente estos territorios.
Preparado con ingredientes simples y fácilmente disponibles – pan duro, agua, hierbas aromáticas, y a veces un poco de aceite – el pancristiano reflejaba la frugalidad de las mesas campesinas, pero también la extraordinaria capacidad de transformar lo poco en un gesto de acogida y nutrición. Los peregrinos, cansados y hambrientos, encontraban refugio en las comunidades locales, que veían en dar de comer un acto de fe y solidaridad. Así, entre un paso y otro hacia Roma, el pancristiano se convertía en consuelo del cuerpo y del alma.
Hoy, gracias al proyecto «Turismo y Cultura» promovido por la Cámara de Comercio de Rieti y Viterbo y la Empresa especial Centro Italia, el pancristiano vuelve a ser protagonista de una narrativa identitaria que apunta a la valorización de las raíces históricas y gastronómicas del Alto Lacio. La iniciativa se propone no solo redescubrir recetas y costumbres del pasado, sino también relanzar el turismo lento, experiencial y consciente, en sintonía con los valores del territorio. El pancristiano, por tanto, no es solo memoria, sino un puente entre épocas, sabores y personas.
Os dejo algunas recetas que tienen el pan como ingrediente

- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de preparación: 10 Minutos
- Porciones: 4 personas
- Métodos de Cocción: Fogón
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Todas las estaciones
- Energía 890,88 (Kcal)
- Carbohidratos 96,73 (g) de los cuales azúcares 6,87 (g)
- Proteínas 27,09 (g)
- Grasa 45,66 (g) de los cuales saturados 9,77 (g)de los cuales insaturados 7,46 (g)
- Fibras 9,74 (g)
- Sodio 1.080,25 (mg)
Valores indicativos para una ración de 120 g procesada de forma automatizada a partir de la información nutricional disponible en las bases de datos CREA* y FoodData Central**. No se trata de consejos alimentarios y/o nutricionales.
* CREATES Centro de Investigación sobre Alimentación y Nutrición: https://www.crea.gov.it/alimenti-e-nutrizione https://www.alimentinutrizione.it ** Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Servicio de Investigación Agrícola. FoodData Central, 2019. https://fdc.nal.usda.gov
Ingredientes para el pancristiano
- 4 rebanadas pan (casero duro)
- 100 g harina
- 100 g pan rallado
- 3 huevos
- hojas hierbas aromáticas (laurel, romero y salvia)
- c.s. aceite de oliva virgen extra
- 200 g espinacas
- 100 g queso fresco
- 1 diente ajo
- c.s. aceite de oliva virgen extra
Instrumentos
- Sartén para freír
- Pinza
Preparación del pancristiano
Vierte un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén, añade las hierbas aromáticas y deja aromatizar durante unos minutos.
Dora las rebanadas de pan duro por ambos lados y una vez listas resérvalas.
Vierte la harina, los huevos y el pan rallado en tres platos separados.
Pasa las rebanadas de pan recién doradas primero por la harina, luego por el huevo y finalmente por el pan rallado. Reserva en un plato.
Retira las hierbas aromáticas del aceite recién utilizado, añade algunas frescas y enciende el fuego.
Fríe las rebanadas de pancristiano por ambos lados hasta que estén doradas por ambos lados. Coloca las rebanadas recién fritas en un plato con papel absorbente y salalas ligeramente.
A este punto el pancristiano ya estaría listo para ser servido, así de simple. Tradicionalmente se consumía de este modo.
Si quieres transformar el pancristiano en un aperitivo puedes servirlo aderezado con lo que más te guste, puedes considerarlo como un crostini sobre el cual colocar tus ingredientes favoritos.
En esta ocasión he salteado en sartén con un diente de ajo unas espinacas cocidas al vapor y las he colocado sobre el pancristiano justo después de haber untado un poco de queso fresco tipo robiola o también de simple ricotta de vaca.
Sirve inmediatamente.
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FAQ (Preguntas y Respuestas)
¿Cuál es el origen del término pancristiano?
El origen del nombre «pancristiano» es tan fascinante como evocador. Según la tradición oral, derivaría de la fusión de las palabras «pan» y «cristiano», para indicar un alimento destinado a los caminantes de fe cristiana que, en su peregrinaje a lo largo de la Vía Francígena, encontraban en el pancristiano una comida simple pero cargada de significado espiritual. Era el «pan del cristiano», la humilde oferta con la que la población campesina acogía a cualquiera que llamara a la puerta en busca de refugio. En una época en la que la hospitalidad era parte integral de la vida religiosa y comunitaria, este plato representaba un acto concreto de caridad cristiana, un gesto de fraternidad y solidaridad.
Desde el punto de vista culinario, el pancristiano se caracterizaba por su esencialidad. Se preparaba utilizando pan duro, suavizado en agua caliente o caldo ligero, enriquecido con hierbas aromáticas silvestres – como mentuccia, hinojo o tomillo – y, en los casos más afortunados, aderezado con un hilo de aceite de oliva o un pizca de sal. Dependiendo de la temporada y la disponibilidad, podían añadirse ajo, cebolla o verduras del huerto. Todo se dejaba hervir brevemente, hasta obtener una especie de sopa rústica, reconfortante y sabrosa en su humildad. Hoy, esta antigua receta es redescubierta e interpretada por cocineros y apasionados de la cocina histórica, como testimonio vivo de la cultura alimentaria medieval del Alto Lacio, capaz de hablar aún al paladar y al corazón de quien la prueba.¿Qué puedo ver en la Alta Tuscia?
La Alta Tuscia viterbesa, cuna del pancristiano y de muchas otras tradiciones campesinas, es una tierra que sorprende por la riqueza de su patrimonio histórico, paisajístico y gastronómico. Situada entre Lacio, Toscana y Umbría, esta zona se distingue por sus pequeños pueblos medievales, necrópolis etruscas, iglesias románicas y torres de vigilancia que salpican las colinas verdes. Lugares como Bolsena, Acquapendente, San Lorenzo Nuovo y Proceno ofrecen escenarios encantadores y atmósferas de otros tiempos, ideales para quienes buscan un turismo lento, auténtico y ligado a las tradiciones.
Entre los principales puntos de interés destacan el Lago de Bolsena, el lago volcánico más grande de Europa, y la Reserva Natural de Monte Rufeno, paraíso para excursionistas y amantes de la naturaleza. El paso de la Vía Francígena sigue atrayendo hoy en día a peregrinos y caminantes de todo el mundo, convirtiendo cada etapa en una ocasión de descubrimiento cultural y enogastronómico.
Desde el punto de vista culinario, la Alta Tuscia es un verdadero cofre de sabores: aceite de oliva virgen extra DOP, legumbres locales como el frijol del Purgatorio de Gradoli, embutidos artesanales, hongos porcini y trufas negras. Entre los platos típicos, además del pancristiano, se recuerdan la acquacotta, las fregnacce (una pasta hecha a mano similar a las pappardelle), las sopas campesinas y dulces rústicos como el tozzetto y la ciambella al mosto. Los vinos, entre los cuales el célebre Aleático de Gradoli y los blancos volcánicos del lago, completan una oferta enogastronómica que cuenta la historia del territorio con cada sorbo y cada bocado.