Nos equipamos con 4 hojas de papel absorbente de cocina y un plato grande y llano (que cubriremos con papel de cocina), sobre el que colocar los buñuelos recién sacados del aceite y pasados por el azúcar.

En el bol de un mixer, vertemos todos los ingredientes secos, incluida la ralladura fina de los cítricos, y los mezclamos con las varillas o con un tenedor.

Agregamos luego 280 mililitros de agua y mezclamos bien por un par de minutos; solo si nos damos cuenta de que la masa aún está demasiado dura, añadiremos lentamente el agua restante, hasta obtener una masa uniforme, cremosa, lisa y no líquida.

Este paso, es decir, agregar los líquidos poco a poco, es fundamental por dos razones sobre todo. La primera es el hecho de que las harinas nunca absorben la misma cantidad de líquidos. La segunda razón es que las harinas sin gluten engañan mucho más que las tradicionales, ya que no liberan la humedad absorbida de inmediato, sino solo después de unos minutos; por lo tanto, al principio, podría parecer que la masa está demasiado dura o no mezclada, y en cambio podríamos terminar con una mezcla excesivamente blanda si no incluso líquida.

Ponemos a calentar una cacerola con bordes altos con aceite de semillas, en el fogón más pequeño a llama media. Cuando el aceite esté a temperatura (sumergimos el mango de madera de una cuchara y si alrededor se forman burbujitas al instante, entonces el aceite está listo), tomamos una cucharada de masa y la vertemos en el aceite caliente.

Los buñuelos deben cocerse en aceite profundo, por alrededor de un minuto. En caso de que los primeros buñuelos no se despeguen fácilmente del fondo de la cazuela, simplemente significa que el aceite no estaba a la temperatura correcta, pero no es un problema, ya que luego se despegarán sin problemas; prestemos atención, por favor, cuando les demos la vuelta en el aceite (con otra cuchara) para una cocción uniforme. Verificamos la cocción interna y los tiempos a seguir, abriendo los dos primeros buñuelos, así nos ajustaremos mejor para la cocción de los siguientes.

Vertemos una o dos cucharaditas (como máximo) de azúcar en un bol pequeño para la decoración de los buñuelos. El azúcar tiende a absorber el aceite presente en la superficie de los buñuelos sin impregnarlos como debería; añadiéndolo, en cambio, de vez en cuando, no tendremos problemas.

A medida que los buñuelos estén listos, los escurrimos del aceite, los pasamos al bol con el azúcar granulada, los hacemos rodar para impregnarlos y los trasladamos a un plato con papel absorbente.

Los buñuelos dulces y rápidos sin gluten están listos para ser comidos bien calientes (pero también están buenos fríos)

Buen provecho.