Las crepes de jengibre rellenas de miel y fruta fresca son unos postres deliciosos y rápidos que podemos preparar tanto para el desayuno y la merienda como para alegrar el final de la comida dominical. Estos exquisitos dulces son ideales y adecuados incluso para los niños que generalmente no les gusta comer fruta. Si deseas preparar crepes que sean sin gluten y sin lactosa, aquí encontrarás el procedimiento. El jengibre tiene innumerables principios activos beneficiosos para nuestra salud. De hecho, es rico en sales minerales, proteínas, vitaminas y es, entre otras cosas, un gran aliado del corazón, el estómago y el intestino. La miel mil flores no cubre el sabor del jengibre, sino que lo realza, suavizando su picante y haciendo nuestras crepes más delicadas y adecuadas para todos. Para el relleno recomiendo usar fruta de pulpa suave como plátanos, kiwis, caquis, higos, fresas, etc…

- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de reposo: 15 Minutos
- Tiempo de preparación: 10 Minutos
- Porciones: 10
- Métodos de Cocción: Horno
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Todas las estaciones
Ingredientes
- 1 huevo entero mediano
- 65 g harina 00
- 125 ml leche (entera, o desnatada, parcialmente desnatada…)
- 1 cucharadita miel mil flores (u otra miel al gusto)
- 1 pizca sal fina
- 2 g raíz de jengibre fresco (rallado)
- 10 g mantequilla para la sartén
- c.s. fruta fresca cortada en rodajas
- c.s. azúcar glas
- 2 cucharas soperas miel fluida
Pasos
Utensilios:
1 sartén antiadherente de 12 – 15 cm de diámetro
1 espátula de madera
1 bol
1 batidor de acero o tenedor
Batimos ligeramente el huevo con un tenedor, añadimos la leche, la miel (si está muy densa o incluso compacta, basta con ponerla en un cuenco termo resistente a baño maría durante unos minutos para hacerla fluida lo suficiente como para amalgamarla con los ingredientes), el jengibre rallado muy fino y mezclamos bien con el batidor de acero.
Añadimos la harina tamizada y la integramos en la mezcla de leche y huevos. Finalmente, añadimos la pizca de sal fina. Continuamos mezclando hasta obtener una masa fluida y lisa, sin grumos. Cubrimos y dejamos reposar durante unos 10/15 minutos.
Pasado el tiempo, derretimos los 10 gramos de mantequilla en una sartén antiadherente y aseguramos que cubra bien el fondo y los bordes. Dejamos enfriar durante un minuto y luego transferimos la mantequilla derretida a la masa para las crepes.
Mezclamos rápidamente para distribuirla uniformemente; con este sistema no tendremos que engrasar continuamente la sartén y las crepes, de hecho, se desprenderán fácilmente y no se volverán ni aceitosas ni pesadas al gusto.
Volvemos a colocar la sartén todavía engrasada con mantequilla en el fogón pequeño a fuego vivo y dejamos que se caliente bien.
Cuando esté bien caliente bajamos el fuego del fogón a fuego medio y cocinamos, para cada crepe, 2 cucharadas de masa que haremos girar rápidamente hasta cubrir todo el fondo de la sartén.
Esperamos unos 40 segundos antes de despegarla con una espátula de madera y darle la vuelta al otro lado y dorarla durante unos 30 segundos. Las crepes no deben dorarse demasiado.
Obtendremos 10 crepes finas de aproximadamente 12 centímetros de diámetro. No te preocupes si la primera crepe no es ni bonita ni perfecta; siempre pasa así, de hecho.
Colocamos cada crepe en un platillo, una sobre otra, para que se mantengan calientes por más tiempo.
Cuando las crepes estén todas listas podremos dedicarnos al relleno.
Pelamos y cortamos finamente la fruta que hayamos elegido. En este caso, he elegido kiwis dulces, maduros pero aún firmes.
Hacemos fluida la miel, poniéndola en un cuenco a baño maría, y la añadimos solo poco antes de servir las crepes.
Rellenamos una parte de la crepe con las rodajas de fruta, añadimos un poco de miel líquida en hilo, la doblamos en abanico. Continuamos hasta terminar las crepes.
Al momento de servirlas espolvoreamos con azúcar glas.
Buen provecho