La focaccia con calabacines y parmesano es un pan fermentado muy fácil de hacer, ideal para disfrutar como aperitivo, en un buffet o en el tiempo libre. Su masa es muy suave y sabrosa, al igual que las focaccias que se compran en la panadería, solo que ahora podemos prepararlas cómodamente en casa. No es necesario tener una amasadora; de hecho, la masa es tan suave que puedes trabajarla simplemente con las manos. Puede sustituir al pan de manera deliciosa y sabrosa durante una cena con amigos. Gracias a la doble fermentación y la alta hidratación, esta focaccia se mantendrá suave y sabrosa incluso al día siguiente. Con este tipo de masa y nuestra creatividad, podemos crear innumerables variantes y aperitivos deliciosos.

- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Económico
- Tiempo de reposo: 4 Horas
- Tiempo de preparación: 15 Minutos
- Porciones: 8
- Métodos de Cocción: Horno
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Otoño, Invierno y Primavera, Verano
Ingredientes
- 275 g harina 0
- 5 g levadura fresca
- 125 ml agua a temperatura ambiente
- 1 cucharada aceite de oliva virgen extra
- 6 g sal fina
- 200 g calabacines
- 3 cucharadas parmesano rallado
Utensilios
- 1 Bandeja para horno
Pasos
La bandeja que usé para esta focaccia es redonda, baja y de 30 centímetros de diámetro.
Se trata de una masa directa, es decir, de una sola elaboración que no requiere masa madre ni pre-fermento. La focaccia tiene dos fases de fermentación (que se pueden hacer en un día), que le darán un aroma y una suavidad duraderos en el tiempo.
Preparación de la focaccia con calabacines y parmesano.
Lavamos el calabacín, eliminamos los extremos y lo rallamos en trozos grandes, usando los agujeros más grandes de un rallador.
Rallamos el queso finamente.
Disolvemos la sal fina en 20 ml de agua (siempre tomada de los 125 mililitros de la receta) y la dejamos momentáneamente a un lado.
En un bol grande, bajo y ancho, disolvemos la levadura con una cucharada de agua tomada del total previsto en la receta.
Agregamos la mitad de la harina prevista (ya tamizada) y la mitad del agua. Mezclamos los ingredientes de forma grosera; obtendremos una mezcla pastosa, casi cremosa.
En este punto, añadimos el resto de la harina, los calabacines, el queso, el aceite de oliva virgen extra (una cucharada llena) y, finalmente, tanto el agua restante como los 20 mililitros en los que disolvimos la sal.
Amasamos hasta que los ingredientes estén perfectamente integrados. La masa obtenida quedará blanda. Cubrimos bien, sellando el bol con film transparente y dejamos que fermente hasta que duplique su tamaño. Los tiempos de fermentación dependerán de la temperatura ambiente; en mi caso, la masa tardó casi 4 horas en duplicar su volumen.
Transcurrido el tiempo, aceitamos bien la bandeja para pizza, volcamos delicadamente la masa y la extendemos, siempre con cuidado, con las manos untadas de aceite, hasta cubrir toda la superficie.
Dejamos que la focaccia fermente por segunda vez en el horno apagado y cuando esté lista (aproximadamente una hora y media-dos), la sacamos, encendemos el horno, ajustándolo a la máxima temperatura.
Horneamos la focaccia, en la bandeja más baja, en el horno ya caliente durante 10/12 minutos como máximo. Podemos pincelar delicadamente la superficie de la focaccia con un poco de aceite de oliva virgen extra usando las manos o un pincel de cocina.
La sacamos del horno y la disfrutamos sola o para acompañar embutidos y otras verduras.
La idea adicional. Podemos usar una mezcla de parmesano y pecorino para dar un sabor más intenso a nuestra ya deliciosa focaccia.
Buen provecho