Focaccia rellena de calabacines y provola

Hoy hablamos de esta suavísima focaccia, rellena de calabacines y provola ahumada que se deshace, una delicia que solo puedo intentar describir. Se trata de una masa fermentada muy fácil de realizar, cuya suavidad se mantiene incluso al día siguiente. La masa de esta focaccia es ligera y digestible, gracias a la alta hidratación y las tres fermentaciones. Se disfruta tanto caliente como fría y con estas dosis, podéis preparar dos incluso sin relleno. Si queréis hacer especiales vuestras meriendas, la cena del sábado por la noche, vuestro tiempo libre o un buffet, probad esta delicia, quizás personalizando el relleno; si no os gustan los calabacines o no están de temporada, podéis rellenarla como os guste, añadiendo también embutidos.

  • Dificultad: Muy fácil
  • Costo: Económico
  • Porciones: 6
  • Métodos de Cocción: Cocina, Horno
  • Cocina: Italiana
  • Estacionalidad: Todas las estaciones

Ingredientes

  • 100 g harina Manitoba
  • 100 ml agua
  • 3 g levadura fresca
  • fermento previo
  • 250 g harina 0
  • 130 ml agua a temperatura ambiente
  • 7 g sal fina
  • 1/2 kg calabacines
  • 250 g provola ahumada
  • 6 cucharadas queso rallado
  • c.s. sémola de trigo duro (para la mesa de trabajo)

Herramientas

  • 1 Bandeja de horno

Pasos

Para realizar esta suavísima focaccia comenzamos preparando el fermento previo.

1ª fase

En un bol pequeño, vertemos el agua a temperatura ambiente y disolvemos la levadura.

Agregamos la harina tamizada y mezclamos con un tenedor o cuchara para amalgamar perfectamente los tres ingredientes. Obtendremos una mezcla muy blanda que dejaremos fermentar a temperatura ambiente, bien cubierta con film transparente, lejos de corrientes de aire o fuentes de calor excesivo.

2ª fase

Cuando el fermento esté bien hinchado, pasamos a realizar la masa de la focaccia propiamente dicha.

Transferimos el fermento suavemente, ayudándonos con una espátula, en un cuenco grande o en el bol de una batidora de pie.

Añadimos la harina 0 tamizada y el agua (reservamos 2 cucharadas para disolver la sal fina) y amasamos burdamente esta mezcla muy blanda. Por último, añadimos también la sal disuelta en las 2 cucharadas de agua reservadas y continuamos amasando durante un minuto para que se absorba perfectamente. Obtendremos un bollo liso pero pegajoso que dejaremos fermentar en el cuenco (o en la batidora de pie), cubierto con film transparente a temperatura ambiente (lejos de fuentes de calor o corrientes de aire).

3ª fase

Preparamos los calabacines a la parrilla.

Los lavamos, eliminamos las partes de desecho y los cortamos en rodajas finas.

Calentamos una sartén antiadherente (o una parrilla de hierro fundido). En cuanto esté caliente, comenzamos a asar las rodajas de calabacín por ambos lados; las dejamos enfriar sobre una rejilla sin aliñarlas.

Cortamos la provola ahumada en rodajas finas y la colocamos en un colador para que pierda el exceso de suero.

Tan pronto como la masa haya duplicado su volumen, enharinamos generosamente una superficie de trabajo con la sémola de trigo duro (que nos ayudará a secar la masa y manejarla mejor que con harina 00 u 0).

Volcamos la masa suavemente sobre la mesa enharinada y la dividimos en dos partes iguales.

Engrasamos bien la bandeja y volcamos una de las dos partes de masa.

Siempre actuando con delicadeza y sin aplastar la masa en la bandeja porque es muy, muy blanda, la extendemos, alargándola, cogiéndola por debajo, hasta cubrir la superficie de toda la bandeja. Si no lo lográis de inmediato, no os preocupéis. Dejad reposar la masa bien cubierta durante 15 minutos, después de lo cual se extenderá perfectamente.

Cubrimos la masa extendida con una parte de los calabacines asados y ya fríos, espolvoreamos con abundante queso rallado y, por último, añadimos también una parte de la provola, distribuyéndola uniformemente.

Continuamos alternando capas de calabacines, queso y provola hasta terminar todos los ingredientes.

Ahora extendemos también la otra mitad de la masa, sin alargarla demasiado porque luego sería difícil levantarla y llevarla sobre el relleno, nos aceitamos las manos y la transferimos sobre el relleno.

Continuamos alargándola suavemente hasta cubrir toda la bandeja y sellamos perfectamente los bordes de las dos láminas, haciendo una especie de cordón, en los cuatro lados de la focaccia, para evitar que el relleno se escape. Metemos la bandeja con la focaccia en el horno apagado y la dejamos fermentar por última vez.

4ª fase

Tan pronto como la focaccia esté bien fermentada (una pista serán los bordes sellados de la focaccia que habrán duplicado su grosor), la sacamos del horno y lo encendemos a la temperatura máxima.

Cuando el horno haya alcanzado la temperatura, horneamos la focaccia en el estante medio, bajamos inmediatamente la temperatura del horno a 220ºC (o 200ºC si no es posible o no hay 220) y la cocemos durante unos 20 minutos o hasta que esté bien dorada en la base. Encendemos el grill y dejamos que se dore también en la superficie.

Espero que os guste

Buen provecho.

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mielefarinaefantasia

Recetas fáciles para el día a día y ocasiones especiales, para todos los días y para todos los gustos, incluso sin gluten.

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