El pesto de ajo de oso es una crema muy aromática, sabrosa, fácil y rápida de hacer, ideal para acompañar platos a base de carne o pescado tanto en blanco como fritos o asados y para condimentar la pasta. El ajo de oso es una planta aromática comestible que crece espontáneamente en los bosques y en lugares húmedos, de marzo a junio (pero es posible cultivarlo en macetas en los balcones, comprando las plantas o las semillas en tiendas especializadas) y es el pariente silvestre del ajo común. Tiene un sabor más delicado que recuerda a la cebolleta y resulta ser más digerible que el ajo común. Todas sus partes son comestibles: tallo, hojas, bulbos, flores, que se pueden usar para preparar decocciones, infusiones, aceites aromáticos o para sazonar quesos, pasteles salados, ensaladas, tortillas, pasta, arroz y así sucesivamente. El ajo de oso es una planta muy versátil, no solo en la cocina. Posee, de hecho, numerosas propiedades beneficiosas para nuestro organismo, entre ellas la acción antimicótica, antiséptica, antioxidante, diurética, etc…

- Dificultad: Muy fácil
- Costo: Muy económico
- Tiempo de preparación: 10 Minutos
- Porciones: 4
- Métodos de Cocción: Sin cocción
- Cocina: Italiana
- Estacionalidad: Primavera
Ingredientes
- 100 g hojas de ajo de oso
- c.s. aceite de oliva virgen extra
- c.s. sal fina
Pasos
Para preparar el pesto de ajo de oso, comenzamos lavando muy bien las hojas, dejando los pedúnculos adheridos porque también son muy aromáticos.
Secamos suavemente las hojas de ajo de oso con un paño y las transferimos a una licuadora o al recipiente de una batidora de mano.
Comenzamos a licuar, agregando el aceite en hilo poco a poco, hasta obtener la consistencia deseada, ya sea más rústica y gruesa, en la que las hojas no se han reducido completamente a crema, o más cremosa.
Ajustamos de sal fina y voilà, el pesto de ajo de oso está listo para aromatizar y enriquecer nuestros platos salados.
La idea extra. La que te he descrito es la versión básica del pesto de hojas de ajo de oso, pero podemos añadir ricotta o queso crema, queso parmesano rallado (que ayudarán a que el pesto sea aún más cremoso y a suavizar el sabor bastante fuerte del ajo de oso), nueces, almendras o avellanas, tomates secos, piñones tostados, y así sucesivamente para hacerlo aún más sabroso.
Si deseamos preparar una cantidad mayor o si el pesto preparado ha sobrado, podemos conservarlo en el frigorífico en un tarro esterilizado bien cerrado.