Siempre hago que mi carnicero de confianza prepare los rollitos de carne de cabra. Esta vez los hice rellenar solo con una mezcla de queso pecorino y grana padano, y aromatizados con una pizca de pimienta para cada rollito, envueltos con el típico hilo para alimentos. Si lo deseas, puedes añadir también perejil picado muy finamente, pero a algunos de mis comensales no les gusta y por eso lo excluí. Finalmente, no he especificado el peso de cada rollito, porque dependerá de su tamaño, es decir, del tamaño de la loncha con la que se preparen.

Pelamos las patatas y las cortamos en gajos no muy grandes.

Lavamos y cortamos en rodajas las zanahorias.

Picamos finamente la cebolla.

Ponemos a calentar una cacerola antiadherente, sin añadir ningún tipo de condimento.

Tan pronto como la cacerola esté lo suficientemente caliente, añadimos los rollitos y, a fuego alto, dejamos que se doren, girándolos continuamente para permitir un dorado uniforme.

Cuando estén dorados, añadimos todas las especias, los trozos de patata, zanahoria y cebolla picada, rociamos con el vino y dejamos que se evapore la parte alcohólica.

Solo ahora podemos añadir la sal fina y el agua ya hirviendo. Cubrimos la cacerola, la ponemos en el fuego pequeño a llama baja y dejamos cocinar hasta que los rollitos resulten tiernos al pincharlos con un tenedor. También las patatas deben resultar muy tiernas, casi deshechas; si no es así, prolonga la cocción hasta que tengan la consistencia adecuada.

Si durante la cocción notas que la salsa se está reduciendo demasiado (mientras la carne aún no está bien cocida) puedes añadir un poco más de agua, siempre caliente.

Los rollitos de cabra se sirven con la salsa de cocción bien caliente; podemos dejar que se reduzca más a fuego alto o triturarla (después de eliminar el laurel) y luego recalentarla para llevarla a temperatura.

Buen provecho