Podemos utilizar frijoles enlatados o podemos cocerlos nosotros mismos, según nuestras costumbres. En el primer caso, los frijoles enlatados deben enjuagarse bien bajo agua corriente antes de agregarlos a la calabaza.

Después de cocer los frijoles, guardamos un vaso lleno de su agua de cocción (o agua del grifo si no se dispone de ésta).
Limpiamos la calabaza, eliminando las fibras y las semillas y la cortamos en trozos no muy grandes.
En una cacerola antiadherente (o de fondo grueso) ponemos a dorar a fuego lento, en la hornilla pequeña, el ajo y el chile en una cucharada de aceite de oliva virgen extra.
Apenas el ajo empiece a dorarse, añadimos la calabaza en dados y la cocinamos durante un par de minutos aproximadamente a fuego medio-alto, removiendo con frecuencia con una cuchara de madera.
Luego, vertemos el vino y dejamos evaporar la parte alcohólica, después sazonamos al gusto.
Añadimos algunas hojas de salvia, el vaso de agua de cocción de los frijoles y dejamos cocinar a fuego lento, con tapa, hasta que la calabaza comience a ponerse tierna. En ese momento agregamos los frijoles y dejamos continuar la cocción durante unos diez minutos (si deseas que la calabaza quede mucho más tierna, o casi deshecha, prolonga la cocción hasta obtener la consistencia deseada), para que los frijoles absorban el sabor; completamos el plato con perejil fresco picado.