Hay dos lugares a los que siempre he soñado ir, las Seychelles, de los que ya hablé a través de la receta del Kat Kat, y….
¡las Hawái!

Dos destinos opuestos en ciertos aspectos, pero en otros muy similares: son islas, son salvajes (¡sí, incluso Hawái tiene zonas aún no alcanzadas por el turismo!), son caras y exclusivas.

Además, Hawái es el escenario de la serie televisiva que me introdujo al maravilloso mundo de la serialidad televisiva (Lost) y también es uno de los lugares de la serie televisiva que he escrito (J e poi).

Son estadounidenses y yo, como sabéis, no oculto mi amor visceral por los Estados Unidos, y son, al menos en teoría, una perfecta combinación entre lo construido-salvaje.

Por último, pero no menos importante, en el imaginario colectivo de nosotros, hijos de los años 80, Hawái siempre ha sido no un mito, sino EL mito.

Las islas Hawái son un archipiélago volcánico situado en el océano Pacífico formado por ocho islas principales y muchas islas menores.

La cultura y la religión del archipiélago son de origen polinesio, en particular de una de las islas de la Sociedad llamada Havaiki.

El 18 de enero de 1778, el capitán James Cook de la marina inglesa fue el primer europeo en llegar a estas islas.

En 1898, después de la guerra de Estados Unidos contra España, en la que los Estados Unidos lograron obtener Filipinas y Puerto Rico, el gobierno de la República de Hawái ofreció su adhesión a los Estados Unidos y estos aceptaron.

En 1959 el Congreso de los Estados Unidos aceptó a Hawái como 50º estado federado de la Unión.

Si tuviera que elegir el itinerario perfecto, visitaría al menos tres islas: O’ahu, escenario de Lost, donde se encuentra la capital Honolulu y Pearl Harbour, y donde vive el mayor número de habitantes de las islas.

Maui porque es la más famosa (gracias principalmente a una conocida marca) y finalmente Moloka’i, para disfrutar de las verdaderas Hawái, las vividas por los locales, las sin turismo.

A pesar de tratarse de Estados Unidos, la cocina hawaiana tiene una identidad local propia, nacida de la mezcla de otras cocinas, en particular la china, filipina, japonesa, coreana, polinesia, pero también europea.

El taro es el tubérculo local, importado mucho antes de la patata, y se encuentra prácticamente en todas partes, como el saimin, un plato tan icónico que incluso se vende en los McDonald’s locales: una especie de ramen japonés con huevos cocidos, kamaboko (un puré comprimido de pescado), cebolleta, fideos, encurtidos, carne y col.

Pero mi elección no podía ser otra que el Poke (a veces escrito Poké para ayudar en la pronunciación que es «poh-kay»), una palabra que en hawaiano significa “cortar en trozos”.

El Poke, masculino singular, y no «la Poke».

Entre nosotros, en los últimos años, ha estado de moda, pero existe desde el 1800 y, gracias también a la reciente tendencia hacia los alimentos saludables, el poke se está difundiendo ampliamente por todas partes.

Como sostienen algunos nutricionistas es un plato sano porque a diferencia de otras preparaciones a base de pescado crudo, como el sushi, no prevé el uso de azúcar para la marinada.

En Europa, los poke más comunes son sin duda los a base de atún de aleta amarilla (ahu) o de salmón, pero lo que se come en Europa y América no es en absoluto poke.

Existe de hecho un poke original, el hawaiano, y luego numerosas imitaciones exportadas al extranjero y adaptadas a los gustos locales.

El poke, de hecho, nace como costumbre de los pescadores que solían comer pescado crudo cortado en trozos y condimentado con las pocas cosas que tenían a disposición, la receta original no prevé verduras y mucho menos frutas y el plato preparado por los pescadores no es ciertamente «bonito» y colorido de ver.

Prevé un aderezo de sal hawaiana, algas marinas y pulpa de nueces kukui a la parrilla, pescado despellejado, destripado y deshuesado y cortado en filetes transversales (ver foto abajo aki poke).

El procedimiento para crear un poke es sencillo:
elegir una base de cereales (arroz para sushi, basmati, arroz venere o una mezcla de arroz integral, espelta y cebada, o quinoa) o bien de ensalada.

A esto se añaden las proteínas: pescado crudo – generalmente representado por atún, salmón, pulpo (he’e o tako – palabra japonesa) o gambas – pero también carne, o huevos, o tofu si se quiere proponer una versión vegetariana.

Luego añadir la guarnición de verduras y/o frutas y un aceite entendido como frutos secos y/o semillas oleaginosas.

Finalmente el aderezo: la base siempre debe ser salsa de soja o salsa ponzu y aceite de sésamo, a la que se pueden añadir muchos ingredientes para hacerla más especial como semillas de sésamo, trocitos de chile seco o fresco, algas, huevos de pescado, frutas y trocitos de cebolla…

Pueden ser una marinada o el aderezo una vez listo.

Mi versión casera doble fue con: arroz, piña, salmón y gambas marinadas, nueces, semillas de girasol y arroz, mango, salmón y gambas marinadas, nueces, bayas de goji y frijoles caiani.

Pero puedes divertirte como quieras en la composición.

Aquí está mi receta.

El Poke también fue el protagonista de la cita de ViaggiandoMangiando on air del 23 de junio de 2021, el vídeo del directo AQUÍ.