Las focaccias de calabaza con yogur son una de esas recetas que huelen a otoño incluso antes de sacarlas del horno, un pequeño placer dorado que encierra todo el calor de la temporada. Suaves, ligeras y de color alegre, estas focaccias nacen del encuentro entre la dulzura de la calabaza y la delicadeza del yogur, una combinación simple pero sorprendente.
En otro tiempo, la calabaza era considerada un ingrediente humilde, el símbolo de las cocinas campesinas que sabían transformar la simplicidad en bondad.
Hoy en cambio la redescubrimos como un tesoro de la tradición: versátil, genuina, rica en sabor y color.
En estas focaccias, la calabaza aporta suavidad y una dulzura natural, mientras que el yogur aligera la masa y le da una fragancia delicada, sin necesidad de demasiadas grasas o azúcares.
El resultado es un pan suave y aromático, perfecto tanto en versión salada como ligeramente dulce.
Se pueden disfrutar tibias, recién salidas del horno, tal vez acompañadas de un buen chorrito de aceite de oliva y un poco de sal gruesa.
También son deliciosas con una crema de queso, jamón o, por qué no, una mermelada casera para el desayuno.
Versátiles como solo las recetas genuinas saben ser, estas focaccias se adaptan a cualquier momento del día, llevando siempre un toque de hogar y de temporada a la mesa.
Para la masa me ayudé con la mdp Croustina Panasonic, siempre imbatible, pero podéis amasar a mano o con una planetaria si lo deseáis.
Si realizáis esta u otras recetas mías presentes en mi blog, enviadme vuestras fotos y las pondré en mi página de Facebook a vuestro nombre.
Kcal 315 aproximadamente por cada focaccia