Tarta de castañas y manzanas. No es una simple tarta, aunque en verdad es muy fácil de preparar. Hay que retroceder en el tiempo: son recetas que recupero hablando con la gente del lugar, recetas que continúan en el tiempo, en su dulzura. En la época de la cosecha de las castañas, el pan de los pobres para muchos pueblos de montaña, que en esta temporada no tenían mucho para poner en la mesa. Las castañas que quedaban de la venta, las que por algún motivo permanecían en la despensa de casa tras secarlas en el secadero cercano. Yo también tengo uno, que no utilizo, hecho de piedra y madera, que servía precisamente para secar las castañas recogidas en los bosques cercanos, que luego eran peladas y seleccionadas; las mejores iban al mercado, las otras se guardaban para el largo invierno. No se desperdiciaba nada. Si se tenían animales había también leche, a veces carne, de lo contrario bastaban las castañas. Así nació también esta tarta, sin leche, sin grasas y con poco azúcar, solo los huevos para mantenerla unida, a veces un poco de cacao, de lo contrario al natural. Las manzanas se recogían en cualquier parte, o se intercambiaban; en los árboles no se dejaba nada, todo podía ser útil. Una tarta con el sabor auténtico de nuestras montañas.

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